Como en el resto del mundo, también en la Argentina se extienden los reclamos por cambios y apertura dentro de la Iglesia Católica. Cristianos para el Tercer milenio dio a conocer un documento en el que piden que la elección del nuevo pontífice abra oportunidades para que la Iglesia “retome el camino que Cristo trazó hace dos mil años”.
En 2012, Cristianos para el Tercer Milenio con la adhesión de más de cuatrocientos laicos, religiosas y sacerdotes, acudieron a los obispos argentinos frente a las declaraciones de Jorge Rafael Videla a la revista española Cambio 16 y a Ceferino Reato.
En una entrevista periodística, el ex militar condenado por delitos de lesa humanidad, expresó que entre 1976 y 1983, la dictadura militar compartió con la jerarquía eclesiástica una “relación de colaboración y amistad”, reconoció su responsabilidad en el terrorismo de estado y sin arrepentimiento alguno reconoció su acceso a la eucaristía.
Pese a todo esto, la Conferencia Episcopal Argentina respondió con un documento cargado de rodeos y ambigüedades.
No obstante las acciones y denuncias de Cristianos para el Tercer Milenio no se detuvieron y siguen su marcha. Ahora expresan su opinión ante la renuncia de Benito 16.
“La inminente elección de un nuevo Papa puede ser una oportunidad para que nuestra Iglesia retome el camino que Cristo trazó hace dos milenios” comienza el texto que esta semana difundió Cristianos para el Tercer Milenio.
El documento, titulado “¿Qué esperamos?”, exige que “se revierta la involución de nuestra jerarquía hacia un clericalismo deformante de la verdadera identidad del pueblo de Dios”, que “nunca más se silencien los delitos sexuales cometidos por ministros de la Iglesia y los actos de corrupción económico-financieros que los han tenido como protagonistas”, así como que “se aliente la participación decisoria del laicado”.
“No podemos seguir ocultando” una crisis que para ser superada reclama entre otras cosas: “que la Iglesia haga cesar toda forma de discriminación y postergación de la mujer”.
De igual forma, reclaman “que el nuevo Pontífice contribuya al proceso de interpretación, a la luz de la Palabra, de los ‘signos de los tiempos’”, sobre todo frente a la crisis que hoy atraviesa la Iglesia y que la renuncia del Papa terminó de poner en evidencia.
Mientras advierten cómo “el individualismo, la desigualdad y el desprecio por los derechos esenciales de la persona humana” aquejan al mundo actual, piden que se renuncie definitivamente a “la apropiación eurocéntrica del mensaje evangélico” y que la Iglesia “reafirme la doctrina del ‘destino universal de los bienes’”, haciéndonos cargo, “como Pueblo Peregrino, de la responsabilidad que nos cabe en el sufrir de nuestro prójimo”.
Reiteran su preocupación porque “nunca más se produzca la convivencia de nuestras jerarquías episcopales con regímenes totalitarios violadores de los derechos humanos”.
Piden “que, a través de la ‘autoridad del testimonio’, seamos capaces de contener, recuperar y acercar a Cristo a una juventud que, hambrienta de espiritualidad, reniega de la hipocresía y la falta de ejemplaridad”.
Concluyen con su anhelo por “una Iglesia pobre y sencilla que sepa vivir como lo hace la mayoría del pueblo de Dios”.
miércoles, 27 de febrero de 2013
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