Recreación de la mancha radiactiva que vertía Fukushima al Pacífico... hace un año |
Entre el accidente reciente en Fukushima, donde "desaparecieron" unas 300 toneladas de agua altamente radiactiva (se sospecha que fueron vertidas al océano Pacífico), y dos recientes estudios que muesran que los mares se están acidificando, el panorama de la vida en la Tierra se presenta muy desesperanzador. La reducción del pH de las aguas está afectando negativamente a la vida marina y las fugas radiactivas empeoran la situación.
(U24) - Lo del cambio climático empieza a parecerse a una tormenta perfecta. A los efectos ya conocidos de las emisiones de CO2 (elevación de las temperaturas, mayor varibilidad del clima, alteración de ecosistemas terrestres…) se une ahora la creciente acidificación de los océanos. La reducción del pH de las aguas está afectando negativamente a la vida marina. Pero, además, estaría reduciendo la presencia de un subproducto de aquélla, el dimetil sulfuro. Este gas es uno de los espejos naturales que reflejan la radiación solar.
Dos estudios casi paralelos publicados en Nature Climate Change ilustran las dos caras del problema en el que se está convirtiendo la acidificación de los mares. En el primero, investigadores del alemán del Centro Helmholtz para la Investigación Polar y Marina han analizado el impacto de las emisiones de CO2 en el océano y cómo este impacto está alterando las condiciones en las que viven cinco grandes taxones (corales, crustáceos, moluscos, vertebrados y equinodermos).
Los mares del planeta son claves en la regulación climática. Secuestran más del 25% del dióxido de carbono liberado en la atmósfera, salvando al planeta de un mayor calentamiento. Pero el aumento de las aportaciones de CO2 provocadas por el hombre está superando las capacidades de este almacén natural. Una vez disuelto en el agua buena parte del CO2 se convierte en ácido carbónico y hace descender la concentración de los iones de hidrógeno (pH) hasta niveles con los que las distintas especies no saben como lidiar.
“Nuestro estudio muestra que todos los grupos de animales estudiados se están viendo afectados negativamente por las mayores concentraciones de dióxido de carbono”, explica la coautora del trabajo Astrid Wittman, en una nota. Pero no todas las especies sufren por igual la acidificación de los océanos. Mientras vertebrados como los peces están adaptándose relativamente bien a la reducción del pH del agua, otros con metabolismo más lento, se llevan la peor parte. “Los corales, equinodermos y moluscos están reaccionando de forma muy sensible al descenso del pH”, añade. En el caso de los corales, por ejemplo, esto estaría provocando una débil calcificación que, unida a la elevación de la temperatura del agua, está acabando con ellos en muchos lugares del planeta.
Para su trabajo, Wittman y sus colegas han repasado decenas de estudios que en los últimos años se han centrado en el efecto de la acidificación en los organismos vivos. Muchos de ellos se habían detenido en estudiar especies concretas y ellos han querido dar una visión de conjunto. Con esos datos volcados sobre las proyecciones del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), los investigadores dibujan un futuro muy diferente a la situación actual de la vida marina. Aunque sus resultados para el 5 Informe de Evaluación (AR5) del IPCC no se harán públicos hasta el año que viene, los investigadores adelantan que se está produciendo una profunda alteración del ecosistema marino.
Fukushima
Entretanto, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, prometió hace varias semanas que el Gobierno se iba a implicar más en la búsqueda de soluciones para las graves dificultades que afronta Tokyo Electric Power (TEPCO) con los millones de litros de agua acumulada en los sótanos y en depósitos del complejo atómico dañado de Fukushima Daiichi.
Desde el accidente ocurrido el 11 de marzo de 2011 como consecuencia del gigantesco tsunami provocado por un violento terremoto en el noreste, las operaciones de regado urgente y la puesta en marcha de nuevo de los medios de refrigeración de los reactores han generado cantidades masivas de agua contaminada.
Esa agua, a veces desembarazada en parte de ciertos elementos radiactivos, está almacenada en cientos de gigantescas cisternas instaladas urgentemente, pero una parte está atascada en el subsuelo de la central y se vierte en el vecino océano Pacífico, tal como reconoció recientemente TEPCO.
Por otra parte, uno de los depósitos cilíndricos utilizados perdió recientemente un tercio de su contenido (300 toneladas de agua altamente radiactiva), motivando inquietud sobre el riesgo de defectos similares en otras cisternas del mismo tipo. Este incidente fue considerado "grave" por la autoridad independiente de regulación nuclear y uno de sus miembros tildó de "chapuza" cómo se está ocupando TEPCO de este agua.
Con anterioridad, la empresa ya tuvo que renunciar a utilizar depósitos en forma de estanques cavados en la tierra porque varios tenían defectos de estanquidad.
La compañía prometió que iba a revisar su política de gestión del agua, hoy en día el mayor problema que se le presenta y que no se resolverá mientras no sea totalmente funcional un potente sistema de descontaminación acompañado de un solución fiable de almacenamiento. El dispositivo de filtrado de los elementos radiactivos instalado hasta ahora no ha sido satisfactorio. Además, lo están reparando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario