La organización Definetz, dedicada a fomentar el uso de desfibriladores y a explicar su uso, presentó el modelo diseñado para aterrizar en lugares casi impracticables y en situaciones en las que cada minuto cuenta.
El aparato se pondría en marcha al recibir una llamada de emergencia desde una aplicación móvil y volaría de forma autónoma dirigido por un GPS hasta el paciente, aunque también podrían activarlo directamente los servicios de emergencia.
La Asociación Alemana de Servicios de Emergencia ha dado la bienvenida al proyecto, pero, en declaraciones a medios locales, ha pedido que no se creen falsas esperanzas hasta ver su utilidad real.
En su opinión, no salvarán más vidas de las que podrían salvarse si se pusieran en marcha medidas ya factibles pero infrautilizadas, como la instalación de más desfibriladores externos -dispositivos que permiten aplicar descargas eléctricas a una persona para restablecer su ritmo cardíaco normal-, un buen registro de los mismos y la formación de personas que sepan utilizarlos.
El prototipo presentado este viernes, que en la actualidad tendría problemas legales para volar, cuenta con ocho rotores, mide un metro de largo y pesa 4,7 kilos ya cargado con el desfibrilador, dispositivo que podría soltar con un pequeño paracaídas.
Con un coste de más de 20.000 euros, su radio de acción estaría limitado a 15 kilómetros y podría alcanzar una velocidad de 70 kilómetros por hora.
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