Amanita Muscaria |
La investigación psiquiátrica de alucinógenos, incluyendo el LSD, fue conducida desde la década de 1950 hasta la de 1970. Sin embargo fue detenida después de que su uso recreativo llevó a casos de abuso y se convirtió en un asunto de preocupación para la salud pública. Pero para la suerte de la humanidad, desde la década pasada se han retomado las investigaciones.
El doctor Juan Sánchez-Ramos, de la Universidad de Florida, se dedica a buscar maneras de tratar el desorden de estrés post-traumático, y parece haber encontrado algo interesante. A los ratones que se les dio un electroshock y luego una pequeña dosis de psilocibina se les borró mucho más rápido la respuesta temerosa a un sonido asociado con el dolor del shock que a los ratones que no recibieron la droga. “Dejaron de congelarse; perdieron su miedo”, apuntó Sánchez-Ramos.
El ingrediente de los hongos alucinógenos se une con un receptor en el cerebro que estimula el crecimiento de nuevas células y la formación de memoria a corto plazo; gracias a esto los ratones que habían sido traumatizados con electroshocks, y luego alimentados con psilocibina, regresaron a un comportamiento normal más rápido que los que no tomaron esto último.
Estudios pasados ya habían encontrado que la psilocibina, el ingrediente de los hongos mágicos, puede inducir experiencias místicas que elevan el humor, la actitud y el comportamiento, e incluso altera permanentemente la personalidad para bien. Pero por ley, la psilocibina es una droga de clasificación 1 (o una droga peligrosa sin usos médicos legítimos), así que el hecho de que haya llevado a cabo este estudio podría allanar el camino a que se reconsidere la psilocibina como benéfica para la medicina.
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