Las células microgliales desempeñan un papel clave en el desarrollo de la esquizo- frenia (Foto: Urs Meyer / ETH Zúrich) |
Infecciones prenatales como la toxoplasmosis o la gripe, el estrés psicológico o antecedentes familiares, han sido considerados como factores de riesgo. Sin embargo, hasta ahora los científicos no han podido identificar la interacción de factores individuales con esta seria enfermedad mental.
La situación puede haber cambiado ahora, ya que el equipo de Urs Meyer y Sandra Giovanoli, del Laboratorio de Fisiología y Comportamiento en el Instituto Federal Suizo de Tecnología, en Zúrich, ha hecho un gran avance: Por vez primera, se ha conseguido encontrar evidencias claras de que la combinación de dos factores ambientales contribuye significativamente al desarrollo de cambios cerebrales relevantes para la aparición de la esquizofrenia, y también se ha determinado en qué etapa de la vida de una persona tienen que estar presentes tales factores para que surja la enfermedad.
Los autores del nuevo estudio desarrollaron un modelo especial en ratones, con el que fueron capaces de simular los procesos en los humanos, a mayor velocidad que cuando se desarrollan en personas.
La primera influencia ambiental negativa que favorece la esquizofrenia es una infección viral de la madre durante la primera mitad del embarazo. Si un niño con historial infeccioso prenatal también está expuesto a una experiencia traumatizante durante la pubertad, las probabilidades de que él o ella desarrollen esquizofrenia, aumenta de manera significativa. Sin embargo, nadie debería caer en el alarmismo, ya que las probabilidades siguen siendo bajas, además de que la enfermedad mental necesita la combinación idónea de estas dos influencias ambientales negativas para desarrollarse. Sólo uno de los factores, es decir, una infección o la experiencia traumatizante, no es suficiente para desarrollar esquizofrenia, tal como subraya Meyer.
Aunque ciertos síntomas de la esquizofrenia pueden tratarse con medicamentos, la enfermedad no es curable. Sin embargo, lo descubierto en el nuevo estudio abre una nueva vía para la prevención en el caso de personas con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. NCYT
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